Ayer empezó a llover, fue una lluvia que había esperado un siglo para aparecer.
Había estado esperando desde los confines del cielo y por eso había golpeado algo más fuerte de lo normal, quería dejar su marca en la tierra después de tanta espera.
Cuando necesitamos la lluvia siempre vemos llover desde fuera a dentro mientras que cuando nos es incómoda la vemos llover desde dentro a fuera.
Habíamos esperado mucho este día de lluvia, ya llegaste por fin le dijeron, le suplicaron que siguiera y cuando parecía que había acabado empezó a llover nuevamente como con cólera por haber esperado tanto.
Después se abrió el cielo y apareció la noche, los campos mojados habían revivido en plena noche y se podían sentir las alabanzas de la tierra por esa lluvia.
Aquello era como una rueda de molino la lluvia traería prosperidad y la prosperidad traería lluvia.
Me fui a dormir contento esperando el comienzo del nuevo día.
Amaneció temprano ya que la luz se había adelantado un poco para hacer florecer los campos y vi que los campos habían abierto surcos para que el agua discurriera por ellos.
Hay aire sol y nubes y tal vez haya hasta nuevas canciones compuestas por los pájaros, pero la lluvia no volverá lo noté en sus ojos era una lluvia que venía muy de vez en cuando.
Hay sitios donde hay gente que nunca ha visto llover y me pregunté ¿Cómo será?.
La vida en aquellos sitios sería diferente seguramente viven todo el día fuera de casa y nunca han sentido la necesidad de resguardarse. Las pocas plantas que tienen no sé como sobreviven pero ellos viven en una felicidad extrema.
Los más mayores de aquellas tierras si vieron llover cuando eran niños y se asustaron, pero como no volvió tampoco la echaron de menos.
Dicen que aquella tierra está tan lejos del cielo que la lluvia no la puede alcanzar.
Sentí que aquellas personas vivían en una oscuridad total y tremenda.
Un día fui a visitar aquellas tierras.
Al llegar enseguida me acomodaron era una gente muy hospitalaria.
Al sentarme a comer les pregunté porque no tenían cosas dulces.
Tiene usted razón, aquí las cosas dulces no se dan, pero somos felices la tierra siempre nos provee de lo que necesitamos y además lo agrio es dulce al cuerpo.
Mientras tomábamos un café que era el más puro que probé se disculpó de ponerme tan poco. Perdone que le ponga tan poco aunque tenemos de todo andamos un poco escasos y por eso tomamos las cosas poco a poco.
Para despedirme le dije agradecido: ¡Qué despejado está el cielo aquí parece como si no fuera a pasar nada!.
Siempre ha sido así y como no hay nubes no distinguimos el cielo.
Nunca volví a ver gente tan feliz.
Cuando volví no volví a echar de menos la lluvia que tanto esperábamos para refrescar el campo.
Aunque de vez en cuando llovía siempre llovía cuando no me daba cuenta. Llovía a escondidas como si la lluvia tuviera vergüenza de mostrárseme. Nunca volví a llenar cántaros de lluvia ni volví a sentir como las gotas resbalaban por mi ventana.